Tasa de morosidad: qué es y por qué es importante conocerla

tasa de morosidad

La tasa de morosidad se entiende como el cociente entre el valor de la cartera de créditos totales y el valor de los créditos dudosos.

Conocer esta tasa y tenerla en cuenta es básico para todos los usuarios. Por ello en este artículo, desde Ibercheck, te ponemos al corriente.

La tasa de morosidad

Empezamos por lo básico, el concepto de morosidad.

Entendemos como morosa a la persona jurídica o física que no cumple con la obligación de un pago en el plazo establecido y, por tanto, dicho pago pendiente pasa a considerarse una deuda estipulada.

En España, específicamente, se considera morosa a la persona que acumula más de tres recibos sin pagar.

Tras pasar esa frontera, los datos de la persona en cuestión se introducen en ficheros automatizados de morosos para informar desde a entidades bancarias hasta a futuros jefes o clientes.

Por lo tanto, tras comprender qué es la morosidad, entendemos la tasa de morosidad como la cantidad que resulta al dividir los créditos impagados entre los riesgos totales.

Los tipos de riesgos en la tasa de morosidad

Existen cuatro situaciones distintas que pueden relacionarse con las operaciones financieras en las que existe tasa de morosidad:

  • Riesgo dudoso. Operaciones en las que encontramos una demora del pago de más de 90 días.
  • Riesgo normal. Operaciones financieras con evidencias que se puede comprobar que el pago será devuelto en los plazos estipulados sin problema
  • Riesgo fallido. Operaciones en las que recuperar lo invertido será poco probable.
  • Riesgo subestándar. Operaciones que se consideran inciertas y puede ser posible que si no se recupera lo invertido, haya una situación de peligro.

¿Cómo se evita que aumente la tasa de morosidad?

Para que la tasa de morosidad no aumente podemos prevenirlo con medidas como:

  • Poniendo un límite a las operaciones.
  • Realizando documentación de todas las operaciones que se realicen.
  • Comprobando los datos que se tengan antes de realizar transacciones.
  • Concretando las condiciones de pago.
  • Firmando un contrato para estar protegido en caso de que éste no se cumpla.
  • Realizar adecuadamente el pagaré.

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